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Lisseth González sabe que el cáncer en su seno derecho le cambió la vida para bien. Lo sabe porque a sus 36 años aprendió a ser prioridad y empezó a disfrutar de su vida. Aprendió a aceptar su cuerpo, a comer saludable y no dejar su salud para después. Salud que tuvo que perder y hoy se esfuerza por recuperar.

“Una pasa por el duro proceso del cáncer y en el camino va descubriendo el amor de Dios que se ve reflejado en el apoyo de tanta gente generosa para con nosotras que estamos batallando. El cáncer cambió hasta mi forma de pensar y sentir. Ahora yo entiendo el dolor de los demás. Tengo empatía” confiesa Lisseth.

Han pasado cinco meses desde que fue diagnosticada con cáncer de mama.  Nunca olvidará abril de 2021, el mes que en su vida marcó un antes y un después. Al igual que la mayoría, Lisseth pensaba que esta enfermedad solo afectaba a mujeres mayores. En su familia, el único caso del que sabía era de una tía medio hermana de su papá que vivía en el extranjero.

En 2021, Lisseth, sintió un nódulo pequeño en su seno derecho. “Pensé que era algo de refrío y no le di importancia. Me daba temor salir a las calles por la pandemia. Yo evitaba ser contagiada con el Covid-19. Así que lo dejé pasar y la pelotita siguió creciendo”.

Ante el crecimiento de la masa y el dolor generado por la misma, Lisseth, se vio obligada a buscar atención médica en una clínica de Chichigalpa, municipio de Chinandega, localizado al occidente del país y donde habita. “Después de Semana Santa acudí a chequearme. Fui por petición de mi esposo, de mi mamá y de amistades que insistieron tanto para que me chequeara, fui por ellos solo para complacerlos” relata algo triste.

Ahí, una doctora le realizó un ultrasonido en el que le encontraron un bulto extraño con bordes no definidos y le solicitó que se practicara una biopsia de emergencia. Luego Lisseth se trasladó a Chinandega para realizarse la biopsia quirúrgica por incisión. Los resultados arrojaron que había sospecha de células extrañas y le pidieron repetirse la biopsia mamaria, pero esta vez por Trucut, un método, de mayor precisión. Lisseth empezó a cotizar el precio y lugar para practicarse la nueva prueba, así y por medio de una amiga llego al Instituto Radio diagnóstico en Managua.

“La técnica me preguntó si a mí me habían dicho antes algo, le dije que no. Me dijo que con la biopsia del trucut se iba a descartar lo que decía la primera. Yo le pregunte que decía y me dijo un posible comienzo de cáncer y cuando ella me lo terminó de decir mi mundo se me vino encima. Para mí hasta ese momento, la palabra cáncer era igual a muerte. Me desbasté y solo pensé en mi única hija, Brianna” recuerda serena Lisseth.

Es administradora de empresa,  una mujer, madre y esposa que intenta sobrevivir al cáncer mama, enfermedad que aceptó con amargura luego del duro diagnóstico que señalaba que en  la “pelotita” de casi  cuatro centímetros, que tanto había ignorado, se concentraban varias celulas malignas. Recuerda que su hija de doce años lloró cuando supo la noticia y fue quien la motivó a buscar alternativas para seguir viviendo.

Lisseth se sentía confundida y se preguntaba “¿cómo iba a hacer?” para cubrir su tratamiento. Tenía la mente perturbada y en ese momento y lugar escuchó del programa “Cuídate” de la Fundación Ortiz Gurdián (FOG).

Hasta mucho tiempo después recordaría que ella si había escuchado anteriormente de esta fundación porque la mamá de un amigo se había tratado en la misma e incluso ella la seguía en redes sociales. “Me presenté a la FOG con todos mis documentos y exámenes un día jueves y  me llamaron viernes para anunciarme que había sido aceptada y me esperaban el lunes para iniciar mi tratamiento. Yo me sentí apoyada en medio de mi sufrimiento”.

Las mujeres jóvenes tienden a desarrollar un cáncer más agresivo que las adultas señalan los y las especialistas de la FOG. Lisseth recuerda que cuando llegó por primera vez a la fundación, la masa ya era superior a los 6 centímetros, por lo que desde su primer chequeo se le indicó que recibiría quimioterapias cada 21 días “Al ver que mi tumor estaba creciendo demasiado, el doctor me las pasó semanales porque debían atacar con medicamentos muy fuertes” describe Lisseth para explicar sobre el tratamiento inmediato que tuvo que recibir debido a la agresividad del cáncer que enfrentaba.

Entre mayo y agosto de 2021 recibió doce quimioterapias en ciclos de 4 por mes. “Yo estaba feliz porque ya iba a terminar el tratamiento pero  hace poco el doctor me dijo que iba a recibir un segundo ciclo con otro tratamiento”. Lisseth sintió enojo y tristeza a la vez. Alrededor de tres meses asistió rigurosamente por semana a sus tratamientos. “Yo me preguntaba y ¿cómo voy a aguantar tanto? Gracias a Dios aguanté y el 19 de octubre finalizo mi segundo ciclo y ya me preparo para mi operación” refiriendo a la mastectomía que se realizará en los próximos meses como parte del tratamiento.

El doctor Roberto Ortega Plath insiste en que la edad de la paciente influye en el tratamiento médico y señala que no es lo mismo un cáncer en una paciente joven que en una mujer mayor de 60 años. Entre las variables que influyen destaca la edad, el tamaño del tumor, los antecedentes familiares y los receptores hormonales. “Hemos tenido cuatro casos de mujeres afectadas entre las edades de 19 y 23 años. Una de ellas, era una muchachita que andaba buscando como ingresar a la universidad, un día se palpó y salió llorando porque tenía una pelota. Una señora le recomendó venir a FOG y todo el personal le ofrecimos el plan de apoyo”.

“El tumor en las jóvenes es más agresivo” señala Plath y se debe a que el cáncer tiene estatus hormonal. “Cuando la mujer no está en la menopausia oscila cada mes, es decir, sus niveles de hormonas van subiendo cada mes porque el cuerpo se va preparando para un embarazo, entonces un cancercito en esa mujer se alimenta precisamente de esas hormonas, pero en las señoras que ya están en la menopausia el riesgo es menor. Entonces hay un grupo vulnerable en Nicaragua para padecer el cáncer de mama”.

En 25 años de carrera profesional, Ortega reconoce que el tema de salud en las mujeres ha evolucionado para bien con más educación. “Ahora, hay muchas mujeres que se realizan periódicamente su autoexamen de mama, leen, se ejercitan, comen sano. La detección precoz es importante y salva vidas” concuerda así con la tesis médica de que si el cáncer se diagnostica a tiempo es curable.

En 17 años de matrimonio, Carlos Duarte esposo de Lisseth define su cáncer como la prueba más grade que han atravesado juntos, pero está seguro que juntos van a salir adelante. “Yo siempre la he acompañado desde sus primeros exámenes” explica orgulloso.

Carlos labora como conductor para una empresa agrícola en Chichigalpa, desde hace cinco meses  no ha dudado en solicitar permiso a su empleador para llevar a Lisseth a Managua y acompañarlo durante las sesiones de quimioterapia, fiel a su promesa de permanecer junto a ella en la salud y en la enfermedad “es una mujer fuerte y valiente, aunque las últimas quimios la han golpeado” reconoce.

Lisseth está convencida que su mayor fuerza es su familia. Asegura que la enfermedad logró hacer de ella un mejor ser humano y además, logró unir a los familiares sin importar las diferencias, por ejemplo, las diferencias de fe entre sus familiares evangélicos o católicos.

“Sin mi familia yo no hubiera podido salir adelante, todos mis parientes me llevan en oración” asegura Lisseth convencida de que esas oraciones han tenido sus frutos. “Ahora, yo soy la prioridad de mi familia y se esmeran para que yo esté tranquila, que yo descanse y no me sienta preocupada. Recibo mucha consideración de parte de ellos. Antes era todo lo contrario y yo trabajaba demasiado”.

En casa de Lisseth no siempre reinó la armonía. Recuerda las arduas discusiones entre sus padres durante su infancia y cuando estuvo embarazada de su hija llegó a pensar que la perdería por las fuertes discusiones entre familiares, todo eso ahora forma parte del pasado.

El día que fue diagnosticada con cáncer de mama sintió alivio tras rezar el rosario entre su comunidad y cuando le dieron a leer el texto de los mensajes que dio la Virgen de Fátima, sintió que cada palabra era para ella. “Estaré siempre a tu lado. Renueva mi Consagración a mi Corazón Inmaculado: Eres mío, eres propiedad mía. Debes ser en cada momento lo que yo quiero; debes hacer en cada instante lo que yo te pida. No tengas miedo. ¡Yo estaré siempre junto a ti! Ahora te estoy preparando para cosas grandes, pero, poco a poco, como hace la mamá con su hijito” recuerda Lisseth quien afirma, que además de su fe el apoyo de organizaciones de la sociedad civil como la Fundación Ortiz Gurdián es una pieza clave para que las mujeres puedan sobrevivir al cáncer de mama.

Priscilla Urcullo tiene seis años de ser coordinadora en la FOG, un proyecto de lucha contra el cáncer de mama que nació en el año 2004 como un brazo de apoyo para el hospital público Bertha Calderón. “En el año 2010 inauguramos nuestra propia clínica de mama que continúa siendo liderada por la FOG y tiene dos programas básicos. El primero consisten en un bono solidario para la prevención y detección temprana y el segundo es un programa de tratamiento médico atendiendo a la paciente de forma gratuita por cinco años o más antes de ser dada de alta”.

En esta fundación laboran 23 personas de distintas disciplinas, todas están especializadas en oncolología forman el equipo de la clínica de mama de FOG “el programa está dedicado a mujeres de escasos recursos y que no cotizan en el seguro social” señala Urcuyo.

En más de diez años de funcionar como clínica de mama, FOG, ha beneficiado a más de 1,640 mujeres  con tratamientos clínicos y más de 73,000 han sido apoyadas con chequeos preventivos como ultrasonidos, mamografías y papanicolau.

Trabajar con mujeres que día a día luchan por vivir ha atrapado a Priscilla Urcullo. “Nuestra misión es salvar la vida a cada mujer que entra por esa puerta. A veces es doloroso porque te cuesta entender que hay casos que ya vienen bien avanzados y como equipo hacemos lo imposible por darles la mejor calidad de vida, pero también te da la fuerza para poder hacer consciencia y ver la necesidad que existe  en las mujeres porque deben darse un tiempo para cuidarse y poder detectar a tiempo esta enfermedad” una lógica que las pacientes terminan aceptando.

Lisseth, por ejemplo, afirma que a partir de su diagnóstico y el inicio del tratamiento y acompañamiento de la FOG empezó a darse tiempo para ella. “Yo vivía estresada, con  ansiedad en el trabajo, pero gracias a Dios ha sido sanada porque comprendí que todo pasa y las dificultades, también van a pasar”. Al igual que las demás pacientes de la FOG, ella ha implementado su activismo en pro de la prevención del cáncer de mama porque sabe que el 90% de los casos detectados en etapas tempranas son curables.

En Fundación Ortiz Gurdián puedes aplicar a un bono saludable para realizarte chequeos gratuitos en www.fundacionortizgurdian.org

La mastectomía es la cirugía más importante dentro del tratamiento para cáncer de mama. Se basa en extirpar la glándula mamaria ya sea total o parcialmente.

Ema Amelia Rosales Uribe, psico óncologa de la FOG, explica que el principal desafío para las pacientes tras sufrir la extirpación del órgano mamario de forma permanente es recobrando su confianza. “Les pido que conversen con su seno como si le hablaran a una persona que les escucha, expresando todo lo que sienten por él, incluso, recordando los buenos momentos vividos, pero ahora es un seno enfermo y necesita irse”.

Esta experta asegura que las mujeres que llegan a la fundación manejan una sospecha de la enfermedad, pero se les realizan los exámenes para confirmar el diagnóstico y destaca que el tiempo de espera es esencial para estas mujeres. “Tras pasar con el oncólogo las pacientes son trasladada a psico oncología. Aquí se les retoma el diagnostico porque como están asustadas e impactadas ni siquiera comprenden lo que él médico les dijo” afirma Rosales basada en su experiencia.

La experta también explica que las pacientes tienen diversas reacciones como llorar, sentir culpa o se cuestionan en el momento de la ira. “¿Por qué a mí?” se preguntan y entre sus respuesta se recriminan el “por qué no me cuidé, por qué no hice ejercicio, por qué no me alimenté bien…”. A partir de este momento empieza el acompañamiento psicológico en las pacientes de cáncer, las mujeres se enfrentan no solo al desafío de recuperar su salud, también deben de trabajar en recuperar su propia confianza, algunas descubren durante el proceso que nunca han creído en ellas.

“Durante la primera sesión trabajamos en la pérdida de su salud, luego pasamos al proceso de adaptación que no es nada fácil y lleva tiempo porque nuestra naturaleza nos dice que no estamos listo para aceptar lo malo”, dice Rosales que explica además que la adaptación de cada mujer está en dependencia de diversos factores. “Nunca es lo mismo para nosotros trabajar con un estadío temprano del cáncer que con un estadío avanzado. Trabajamos con el sufrimiento y con la esperanza, pero de una forma realista”.

A Lisseth le falta una quimioterapia y está lista para su mastectomía. Está consciente que le extirparán el seno derecho, pero lejos de preocuparle, lo agradece porque tendrá vida. Ante los cambios físicos ha aprendido a acoplarse y su círculo cercano le ha regalado más de cinco pelucas, turbantes y hasta refrescos y alimentos saludables para reforzar el proceso de sanación. “Tengo una (peluca) negra de pavita que me la regaló una amiga que su mamá murió de cáncer. Soy bendecida, gracias a Dios”.

La psico oncóloga señala que a inicios la mayoría de las mujeres reciben la noticia de la mastectomía como una idea liberadora y sienten alivio porque no tendrán ese seno enfermo con cédulas malignas, sin embargo al pasar el tiempo les regresa la inseguridad, la depresión y preocupación por su imagen corporal.

“Nuevamente, entramos como FOG. Las acompañamos antes, durante y después del proceso, porque son muchas pérdidas las que estas mujeres sufren, sin embargo dentro del proceso hay mucho aprendizaje en la que aprenden a valorarse como mujer y empiezan a vivir el presente”

La primera vez que Briana de doce años vió  a su mamá sin cabello lloró “la llevamos donde la psicóloga y hablo con los tres”, recordó Carlos Duarte. El cambio en la adolescente es tan grande que ahora hija y madre se visten idénticas, en sus atuendos llevan un mensaje de apoyo. “Una tía nos regaló unas camisetas”, relata Lisseth. La experta en salud mental señala que el cáncer de mama marca un antes y un después en la vida de cada mujer y su familia “cuando a nosotros no nos ha pasado nada, vivimos en un pasado y en un futuro. Nunca en el presente y es hasta ese momento, es que de verdad, ellas viven para ellas y por ellas”.

“Las mujeres  debemos chequearnos en todo momento y no esperar hasta que se sienta algo. No quiero que les pase lo mismo que a mí. Yo dejé pasar mucho el tiempo”. En los últimos cinco meses, Lisseth encontró en FOG un apoyo, se ha propuesto no dejarse vencer por el cáncer y tomar la segunda oportunidad que la vida le presenta. “En la fundación han sido unos ángeles, son mi segunda familia, desde que yo entré por esa puerta me siento fuerte. He visto madres y abuelas luchando y yo no puedo dejarme vencer”. afirma convencida.