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Cuándo fue la última vez que te preguntaste “¿Yo me quiero morir?”, tras un diagnóstico de cáncer dos comunicadoras sociales se respondieron esa pregunta con un ¡NO! y hoy hablan de lo que fue recibir esa noticia, de la lucha que han librado y de esos pensamientos que surgen con palabras que podrían resultar aterradoras.

“Fui a hacerme el PAP y me hice la prueba de VIH, era una prueba rápida y no la pasé trayendo. A la semana siguiente me llaman y fue una llamada toda extraña porque me dijeron que llegara a la clínica, porque querían hablar conmigo y pensé que tenía VIH. Fui a primera hora, me dieron el resultado de la prueba de VIH y era negativo. Luego me dicen que hay una inflamación y necesitan tomar una muestra para biopsia del cuello uterino”, recuerda Luz.

Biopsia es quizá la primera palabra que crea duda y ansiedad, previo a un diagnóstico que puede culminar con la palabra, algunas veces aterradora, “cáncer”.

A Luz, le tomaron la muestra y le indicaron que los resultados estarían en tres semanas porque debían mandar a hacer el examen a Costa Rica.

“Cuando entro estaba la jefa de ginecología, mi ginecóloga y la gineco oncóloga, tres mujeres ahí. Me dicen que me siente, que están los resultados, que me van a dar una noticia fuerte. Tenes cáncer en el cuello del útero. No estaba ahí la última vez que te hicimos el PAP, nos preocupa que en tu expediente de hace un año que viniste no tenías eso, creemos que puede ser agresivo, no lo podes dejar pasar”, relata Luz.

Cada palabra la recuerda, dice.  “Hacé cuenta y caso que iba en un remolino hacia abajo, hundiéndome en un pozo y las escuchaba a lo lejos, las escuchaba como yo metida en un hueco y ellas afuera hablándome”.

Una amiga estaba esperándola porque desayunarían juntas. Cuando le preguntó qué le dijeron, pronunció la palabra. “Cuando yo dije tengo cáncer fue como si se me abrieron unas cataratas en los ojos: qué va a pasar con mis hijos, cómo me voy a tratar, qué va a pasar con el dinero”, recordó, entre otros pensamientos.

Buscó una segunda opinión con el ginecólogo de su amiga y el diagnóstico fue el mismo. Como asegurada, solicitó cita en ginecología, allí entregó los estudios, siguiendo el trámite la mandaron a medicina general porque no la podían remitir a oncología y en su cabeza resonaban las palabras “no lo podés dejar pasar”.

“La causa de mi cáncer es el virus del papiloma humano 13 y 18. Hay dos que te dan cáncer y yo tenía los dos. Es algo muy duro porque es algo que no querés hablar. Me acuerdo de un comentario que hizo alguien que eso pasa porque andan cogiendo con uno y con otro, te marcan, y por eso es que las mujeres no hablamos de esto”, expresa Luz refiriendo al estigma que hay sobre esta enfermedad.

Contrario a lo que se cree el cáncer de mama no es el que mata a más mujeres en Nicaragua es el cáncer cervicouterino. De acuerdo al mapa de la salud del Ministerio de Salud de Nicaragua: en 2022 fallecieron 270 mujeres por tumores malignos en el cuello del útero y 50 por tumores malignos del ovario, mientras 234 fallecieron por cáncer de mamas.

“Las mujeres no nos priorizamos, dejamos nuestros chequeos ginecológicos para último momento. Si un hijo se enferma prestas, trampeas y lo llevas al médico. Si a tu marido le pasa algo hacés lo mismo, pero las mujeres nos dejamos de último y por eso es que nos morimos”, reclama Luz.

Para salvar su vida hizo un préstamo y se operó por la vía privada. Su mayor preocupación era qué pasaría con sus hijos. El mayor tenía nueve y la menor siete.

“Al final, la pregunta del millón, cuando estás sola es ¿Yo me quiero morir? De verdad, ¿esto se va a terminar así? ¿Tanto que me he jodido en la vida como para que me digan que me voy a morir de esto? Fue bien complicado, pero siempre pensé que eso no me iba a matar”.

Perder el miedo a chequearse

Luz recomienda perder el miedo a los resultados de los exámenes. Siempre ir por ellos y poner atención a cambios que muchas veces se consideran “normales”.

Luego del cáncer, en 2021, durante los primeros días de enero tuvo su período menstrual y no dejaba de sangrar, le decían que era normal, que podía ser la menopausia. Llegó febrero y como seguía sangrando le hicieron un ultrasonido y le detectaron unos miomas.

El 9 de febrero se fue al hospital público de Managua, el Bertha Calderón y de allí salió con una cita para el 20 de abril y una nueva receta para cambiar sus  medicamentos.

Recomendada por una amiga fue a una ginecóloga privada. En la primera operación le habían cerrado con láser y por el peso de los miomas el tejido se desgarró. “No sangraba de los miomas, sino del desgarre” afirma.

“Mis amigas me prestaron la plata para que me operara. Me operé por la vía privada el 12 de abril de 2022. Me sacaron cuatro miomas. La doctora me dice que no me preocupara y yo le dije: Voy a preocuparme todo lo que tenga que preocuparme. Otra vez enfrentar ese miedo. Dije lo que sea que venga voy a hacerme todos los tratamientos y enfrentarme a todo porque yo no me quiero morir.  Cuando me preguntan por qué me endeudé digo: yo pagué por mi vida, porque no me quiero morir”, explica Luz.

Los seres humanos no saben cuándo van a morir, pero saben que es un momento que llegará. En el caso de Luz no imaginaba que su vida terminara con el cáncer. “Estoy clara que nos podemos morir en cualquier momento, pero me he hecho esa pregunta y sé que no me quiero morir tengo muchos planes y proyectos en mi vida. Mucha gente dice estar preparada para morirse y yo digo, mierda, yo no me quiero morir. Yo no, sería la putada más grande de la vida”, dice entre risas.

“El cáncer te lleva a eso, a preguntártelo en serio”, añade.

El cáncer de cuello uterino y el tabú de “abrir las piernas” para las mujeres

El cáncer de cuello uterino en particular es una enfermedad estigmatizada y rodeada de  muchos tabúes. En un nivel profesional, encontré gente con educación universitaria que me dijo que ese cáncer daba por andar «cogiendo» (tener relaciones sexuales). Ahora imagínate lo que la gente puede pensar en un barrio o en una comunidad rural» señala Luz.

“Es vergonzoso porque es la misma educación que nos han dado la hace que nos avergüence. No somos de «andarle abriendo las piernas a todo el mundo» entonces tampoco queres  que te examinen y te toquen. Me hacían el ultrasonido doble, el intravaginal y luego quítate la camisa y me hacían el mamario, arriba y abajo pues y sin besito”, relata entre risas.

Luz recomienda promover iniciativas como la que conoció de una micro financiera que para dar préstamos a mujeres debían hacerse el PAP anualmente o buscar la vacuna para el VPH, que se puede poner desde la adolescencia. Remarca que no es doloroso y que no debemos normalizar los problemas.

Señala que en el fondo es un tema de autoestima. “Dios me dio mucha fortaleza y pude definir prioridades, por eso digo antes de y después de y fue ¿qué voy a hacer para mis hijos? ¿Qué estoy haciendo para mí?”.

No querer morirte y perder muchos sueños

 

 

Carolina recibió la noticia de que tenía cáncer y por ello no podría ser mamá. Su señal de alerta fue un período menstrual irregular, uno en particular que se convirtió en “hemorragia”. Fue al doctor y el diagnóstico fue “engrosamiento del endometrio”. Ella admite “al doctor ya lo busqué tarde”.

 

 

Carolina recibió un tratamiento hormonal, le dio una hemorragia y luego le apareció una bolita en el pecho, entonces acudió a medicina general y luego a un ginecólogo. En 2019, tuvo un legrado por engrosamiento de endometrio. En ese legrado extrajeron tejido endometrial para realizar una biopsia, y de ahi le diagnosticaron cáncer. “Mi doctora me dijo que tenía cancer de endometrio y que por eso no sería mamá. No sabía ni qué decir, solo quería que me explicaran qué había pasado”, detalla Carolina.

Estuvo en silencio dándole vueltas a esta pregunta. Al escuchar cáncer, del shock empezó a llorar. Afirma que ante la noticia del cáncer reaccionó con valentía “sacada de no sé dónde”.

Carolina inicio tratamiento en el programa oncológico del Hospital Militar. «Antes de eso ya había sido operada dos veces por ovarios poliquísticos». Pero cuando la operaron por el cáncer comenta que no quería que su esposo o familia la viera. Quería ser invisible. “Fue como un rechazo, no quería que nadie me viera, porque sabía que saliendo de la operación no había marcha atrás. Me sentía como si me fallé a mí misma”, expresa.

Tres años después, Carolina recibió otra noticia fatal, tenía un tumor que debía ser extraído para hacer biopsia y confirmar si era un nuevo cáncer o metástasis del primero. Resultó ser metástasis, lo que igual significó un balde de agua fría.

Carolina va por su cuarto tratamiento con quimioterapia y aun así afirma: “A estas alturas me siento bien, sana. Soy católica y tengo mucha fe y tengo mucho agradecimiento por mi familia, que está todos los días conmigo y que aunque no lo sepan han sido de mucha ayuda para mí, mis amistades, mis seguidores” dice entre risas.

Ambas comunicadoras hacen énfasis en que al saber que tenían cáncer nuca dejaron de hacer planes. Para Luz su motor principal son sus hijos, para Carolina su esposo y familia.

“Hay planes que se han caído, pero los cambiamos por otros. Mis ganas de vivir salen de que no me quiero morir, no quiero alejarme de mi familia, de mi esposo”, dice Carolina.

Luz y Carolina coinciden que, así como hay un día para promover la prevención del cáncer de mamas, debería haber uno para dar orientaciones y prevenir el cáncer cervicouterino.

Para ellas “después de un diagnóstico de cáncer hay salud y vida” y hacen un llamado a las mujeres nicaragüenses para que reflexionen y se hagan esta simple pregunta ¿hace cuanto no te haces un PAP?